Significa que la religión es usada por las clases dominantes como instrumento para controlar al pueblo, aliviando y dándole sentido a sus padecimientos mediante la idea de un mundo de dicha ilusoria y la promesa de una vida eterna.
Por tanto, lo que quiere decir esta frase es que la religión es como una droga para el pueblo, que tiene un efecto analgésico y tranquilizante en las personas.
La religión es el remedio para calmar las angustias espirituales e impedir que el pueblo luche para modificar el orden establecido por las clases dominantes, que es causa de su sufrimiento.
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